De gatos y perros

El gato sigue creciendo. Sigue comiendo de biberón y sigue necesitando asistencia para evacuar. No veo la hora de que sepa hacer estas cosillas por sí sólo.

Por cierto que el gato resulta ser una gata y la he llamado Olivia. Dudé entre otros nombres, como Bastet y Abstinencia. Este último en alusión a la tónica del día que llegó a casa que era día de Elecciones y hubo tanta gente que se abstuvo de ir a votar. Pero me hicieron notar que eso era “abstención” y no “abstinencia” y abstención no suena a femenino. En fin, que se ha quedado con Olivia.

Olivia Todavía no sé cuál será su destino. En casa, la última palabra la tiene el perro. A Xaico el encanta correr a los gatos de la calle. El día que llegó Olivia a casa el Xaico la olfateó un tanto sorprendido y acto seguido le lanzó dos ladridos a un palmo de distancia. Olivia se “enamoró” de él y se le acercó arrastrando la panza con sus temblorosas patitas de alambre. El perro se quedó desconcertado -“qué raro, parece un gato pero en vez de salir corriendo se acerca cuando le grito“-. Desde entonces, la acepta (o la soporta). En realidad la ignora bastante. Al principio, se subía a la cama (él odia subirse a la cama) y se tumbaba a observarla. Pero la gata en cuanto le ve todo su afán es irse con él y eso a él le agobia y le pega un gruñido. No sé, no lo veo muy claro el asunto este del perro y el gato juntos. El Xaico por muy cachopan que sea sigue siendo un perro y tiene un instinto que a veces no sabe controlar. Cuando Olivia sea un poco más grande le entrarán esas locuras que les dan a todos los gatos de hacer carreras por toda la casa agarrándose a morder lo que pillen en sus peleas imaginarias mientras juegan. Tal y como conozco al Xaico se va a estresar y de rebote me van a estresar a mí.

Olivia Por otro lado la gata es de lo más simpática. Es todo dulzura empaquetada en doscientos gramos de gato. Es tan jodidamente adorable que me recuerda a Neermal. Adora la compañía y la ameniza haciendo unos ruiditos monísimos (pedos incluidos).
Cuando ronronea suena como cuando está trabajando el disco duro de mi ordenador, aunque muchas veces su ronroneo me recuerda a un detector de radiactividad. Lo de los pedos … no tiene desperdicio. Me contengo de fumar cerca no vayamos a volar por los aires. Pero después se queda tan a gusto y se la ve tan alegre que se te olvida (un poco) la intoxicación.

3 pensamientos en “De gatos y perros

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